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El Callejón Dorado en el Castillo de Praga

Enmarcado entre las estructuras espectaculares e impresionantes de la Torre Blanca y la Torre Dallibor, El Callejón Dorado corre tranquilamente por los exteriores del castillo. Con la historia de haber sido hogar de alquimistas durante los siglos XVI y XVII, así como de aquellos del séquito imperial, es ahora un pequeño callejón único y encantador con vistas espectaculares.
El Emperador Rodolfo era un gran aficionado a la alquimia, durante si reino pidió los servicios de un gran número de eminencias en la materia, como los Ingleses John Dee y Edward Kelley. Aunque Rodolfo era el emperador, era un hombre atormentado y estaba predispuesto a ataques de locura, entre otros males mentales. Esto quizás explique su obsesión por el místico y antiguo arte de la alquimia. En esencia, la alquimia es el intento de aplicar los principios científicos a la magia, con las metas principales de convertir los metales en oro y el descubrir el secreto de la vida eterna.

El Callejón Dorado

A pesar de este nexo con la alquimia, el nombre de “Dorado” le viene de los orfebres que vivían en la zona y no por los alquimistas. Mucha de la belleza de éste callejón se debe en verdad a los trabajos dirigidos por la Emperatriz María Teresa, quien determinó que todas las casas deterioradas habían de ser reemplazadas por construcciones hechas con materiales de mayor calidad. Durante el siglo XIX el callejón se tornó en incubadora de artistas y mentes creativas, con Franz Kafka , uno de los más famosos residentes, al lado del poeta Jaroslav Seifert. En esencia el Callejón Dorado es una zona que, en cuestión de décadas, ha pasado de ser un arrabal a una calle deslumbrante, la cual ahora se orienta hacia el comercio turístico.

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